martes, 2 de junio de 2009

Los tiempos están cambiando

Ya lo decía Bob Dylan a principios de los años 60, los tiempos están cambiando y además lo hacen a una velocidad espeluznante. Las nuevas tecnologías avanzan a pasos agigantados para hacernos una vida más cómoda a todos, y eso, no cabe la menor duda, es de agradecer. Justamente hace un par de semanas estaba hablando tranquilamente sobre este tema con un compañero, el cual me dijo una frase que me dejó, francamente, boquiabierto: "el botón está a punto de desaparecer", refiriendose a los botones que tienen los aparatos que usamos en la vida cotidiana. Qué gran avance, de verdad. No será necesario manipular nada, bastará solo con pasar el dedo por encima de las pantallas tactiles, como se hace ya con varios aparatos, para accionar las distintas funciones que tenga el artefacto que tengamos en nuestras manos, y hasta puede que en un futuro lo podamos controlar todo con la voz. Sí, ciertamente me parecen avances asombrosos, pero ¿son realmente beneficiosos?

Todos queremos llevar una vida más cómoda, haciendo el mínimo esfuerzo para realizar las distintas tareas de la vida diaria, pero hay que tener en cuenta que, si bien estas comodidades pueden tener muchas ventajas, pueden tener un inconveniente tremendamente serio: la disminución o el poco desarrollo de la psicomotricidad fina en los niños, lo que les puede ocasionar grandes problemas en su vida futura. Para los no iniciados en la materia de la psicología evolutiva, la psicomotricidad es el conjunto de movimientos que el niño realiza coordinadamente entre: las órdenes que el cerebro envía a las distintas partes del cuerpo, de una parte, con la información recibida a través de los órganos de los sentidos, de otra parte.

Hay dos tipos de psicomotricidad:

* Psicomotricidad gruesa: se trata de los movimientos que el niño aprende a hacer desde pequeño con todo el cuerpo: gatear, caminar, etc, todas aquellas acciones que requieren la implicación de todo el cuerpo para desarrollarlas.

* Psicomotricidad fina: Se trata de las acciones que el niño realiza combinando la vista y las manos, como por ejemplo manipular cosas, coger objetos, tocarlos, rasgar, apretar etc.

Justamente al segundo tipo de psicomotricidad es al que hago referencia en este artículo. Como podréis suponer, la psicomotricidad fina es de vital importancia, al igual que la psicomotricidad gruesa, para el correcto desarrollo del niño. Ambos tipos de psicomotricidad se trabajan a fondo en los jardines de infancia, pero evidentemente, es altamente recomendable que el niño, en su ambiente natural, en el hogar, en la calle etc, pueda desarrollar ambos tipos de psicomotricidad. A tal efecto,hoy en día siguen existiendo juegos que fomentan su desarrollo, lo cual es de agradecer, pero hay que tener en cuenta que dichos juegos son para ordenador en muchos casos, y hay que usar el ratón para jugar. Bien, pues el ratón se va convirtiendo cada vez más en una pantallita táctil, por donde solo hay que pasar el dedo, Y eso no es lo más preocupante, por suerte no se depende solo de juegos de ordenador para desarrollar la psicomotricidad, al menos por el momento. Hay distintas tareas de vida cotidiana que el niño puede hacer para ir desarrollándola: hojear un libro para ver los dibujos, jugar con objetos de la casa, manipular los mandos a distancia etc etc. Sin embargo, todas estas tareas que el niño puede y debe realizar en casa a fin de ir desarrollando todas sus capacidades psicomotrices, cada vez se ven más disminuidas dado el afán de modernización de nuestra sociedad, tal y como comentaba al principio del artículo. Cada día son más populares los aparatos con pantallas táctiles: mp3, televisores, hasta se oye decir que se están diseñando lavadoras sin botones, cosa que cada vez va reduciendo más el campo donde el niño puede desarrollar sus capacidades, hasta que, probablemente en un futuro menos lejano de lo que creemos, este campo se verá limitado a los jardines de infancia, lo cual no me parece, ni mucho menos adecuado, ni para el niño que en un futuro será adulto, ni para la sociedad en general. Francamente, prefiero no pensar donde podemos llegar reduciendo tanto las posibilidades de desarrollar la psicomotricidad de nuestros niños.

A finales de los 70, o principios de los 80, salió al mercado un juego que, a mi entender, era una auténtica maravilla para niños y para adultos: el Simón. Sí, ese juego redondo con 4 botones que correspondían a 4 colores, y que consistía en reproducir, mediante la pulsación de los botones, las combinaciones de colores que el juego nos proponía. Además, cada color tenía un sonido asociado, con lo que se trabajaba la vista, el oido y el tacto, además de la ya citada psicomotricidad fina manipulando los botones. Qué curioso, dicho juego ya no ha vuelto a salir más a la venta, y hoy en día localizarlo es una auténtica odisea. Pues os puedo asegurar que quien lo consiga, tiene una joya entre sus manos, ya que, además de los objetos que había antes más manipulables, como por ejemplo las cintas de cassette y sus reproductores (todos hemos rebobinado cintas de cassette con un boligrafo y tenido alguna vez un reproductor de cassettes con sus teclas), este juego era una excelente diversión para toda la família, y los niños aprendían jugando.

A mí, podrán llamarme friqui, anticuado y todo lo habido y por haber, pero tengo la certeza de que todo niño que pase por mi casa va a saber lo que es divertirse manipulando, tocando, escuchando, rasgando, en ressumen: aprendiendo mientras está jugando.